domingo, 16 de enero de 2011

Plenitud.
Sentimiento de felicidad indescriptible.
Ella estaba sentada junto a él y acariciaba su barriga, lenta y suavemente. Después puso la mano en su pecho, sobre su corazón, para sentirle mejor, más cerca.
Él tumbado en el suelo al lado de ella, tocaba la espalda de Ana con la punta de los dedos, subía, bajaba, dibuja figuras en ella, y con los ojos cerrados la sentía cerca de él.
Los segundos se convirtieron en minutos y los minutos se hicieron eternos.
Ninguno sabía cuanto llevaban así pero tampoco querían saberlo. Todo era tan mágico que olvidaron al mundo.
Cansada, Ana se tumbó junto a Aitor  apoyo la cabeza en su hombro y mecida por la respiración de Aitor, se durmió.
Al rato él la despertó, poco a poco con cariño.


El teléfono sonó, el mundo los reclamaba y la realidad les golpeó en la cara.
 Se abrazaron. Un abrazo perfecto. En silencio se prometieron más momentos como aquél.
Ambos sabían que siempre, pasara lo que pasara, se pertenecerían. Ya que aunque no quisieran, siempre habría algo que les recordaría todo lo sucedido aquella mañana y durante unos instantes, volverían a estar juntos en ese lugar que solo ellos saben que es especial.


k.

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