jueves, 15 de diciembre de 2011

Pocos le dan importancia a este hecho, pero en esta paradójica vida, hay más posibilidades de que te toque la lotería que de nacer. Solemos creer que el tiempo es un derecho, obligatorio, que siempre estará ahí y que nunca se irá. Pero no, el tiempo es un regalo y no hablo de años, hablo de segundos, de disfrutar cada minuto.¿ Qué pasa si no hay un mañana? ¿ Y si no es tan seguro que podamos asistir a la cena del domingo, al trabajo el lunes o pasar de la hora de la siesta? 
Es totalmente inútil vivir pensando en el futuro sin percatarnos del presente, de lo que sucede en el momento, del ahora.
Aunque..¿y el pasado? Qué pasa que aquellos que pasan sus días pensando en lo vivido, en vez de aprender, aceptar y seguir adelante. Pues que se quedan parados, en punto muerto. Ni avanzan ni retroceden, lo único que hacen es observar como otros pocos disfrutan de su tiempo, de los detalles insignificantes. Como hay otros que saben elegir sus batallas y son lo suficientemente sabios para controlar el miedo. A veces nos sentimos peor cuando intentamos adivinar y de hecho creemos conocer exactamente la opinión de los demás ya que nos sentimos atacados, indefensos, tenemos miedo de estar solos y creemos que todo va en nuestra contra. Que nadamos contracorriente en una dirección totalmente desconocida. Pero no, a menudo, el miedo es el mayor enemigo, más que los demás, nuestro propio miedo a la inferioridad nos hace ser infelices, sentirnos desdichados por lo que no tenemos de forma que somos incapaces de ver y valorar que sí que poseemos. 
LLego a la conclusión de que ser valiente no es poder enfrentarse a grandes batallas, sino tener el valor de lidiar día a día con los detalles que hacen la vida inmensamente ruin, o increíble.
afv

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